Para nuestro guardameta americanista, jugar contra Pumas es sinónimo de siempre buscar la victoria y salir a ganar tanto de local como de visitante. Para “Memo” el orgullo está en juego, pero ese mismo significado se refleja en todos los equipos que representan al Club América.
Cuando Ochoa comenzó su carrera con nuestro equipo, uno de los duelos que más esperaba a lo largo de la temporada era en contra de los Pumas. Ochoa sabía que toda la semana se trabajaba pensando en una sola cosa: ganar y poder demostrar que América era el mejor en la capital.
Con el paso del tiempo y con el subir de categoría, hasta llegar al primer equipo, Guillermo Ochoa, emblema del arco americanista e ídolo de la afición, confirmó en la final de Campeón de Campeones que estos clásicos son similares a marcar una hegemonía y a conquistar una batalla en busca de la supremacía.
“Estos clásicos hay que ganarlos. Primero por el orgullo que representa ser americanista y segundo por la afición que siempre está alentando”.
Ochoa al finalizar el encuentro, todavía con los guantes colocados en las manos, alzó el trofeo al lado de Blanco y Villa, que proclamaba al América como el Campeón de Campeones en el año 2005.
“Ganar una final es algo que anhela el americanista, sea jugador o sea aficionado. La final que jugamos contra Pumas en el 2005 representaba el orgullo por demostrar quién era el mejor equipo de ese año. Nosotros no podíamos perder esa final, queríamos demostrar que América era el mejor”.
“El primer partido quedamos 0 a 0, jugamos en Ciudad Universitaria y el juego de vuelta se disputó en el Estadio Azteca. Sabíamos lo que representaba jugar en nuestra casa, con estadio lleno, en uno de los partidos que ponen en juego todo lo que puede involucrar una rivalidad deportiva. Sólo teníamos una opción: levantar el trofeo y ganar”.
“Durante el primer tiempo, el partido estaba muy parejo, ellos llegaban y nosotros también, pero nadie marcó. En el segundo tiempo, ellos se adelantaron en el marcador, pero el equipo jamás bajó los brazos, luchó, se entregó y consiguió el empate con gol de Kleber; minutos más tarde, a pase de Irenio, Kleber volvió a marcar con un tiro de fuera del área y con ese resultado nos proclamamos Campeón de Campeones”.
“Cuando alzas el trofeo sabes que el orgullo se queda en casa, que puedes celebrar y disfrutar, porque ganar un clásico capitalino en una final, pocas veces se da y a nosotros nos tocó regalarle ese campeonato a la afición”.
En su trayectoria como guardameta americanista, Ochoa se ha enfrentado a delanteros de Pumas de gran calidad como Bruno Marioni, Diego Alonso, Joaquín Botero, Ignacio Scocco, Esteban Solari y actualmente Martín Bravo y Dante López. A todos ellos, Guillermo Ochoa, les ha detenido espectaculares tiros y soberbios remates que han significado, en muchas ocasiones, las épicas victorias de América sobre Pumas.
Para la última jornada de este campeonato, Ochoa quiere y desea que la afición americanista celebre en casa el triunfo sobre los Pumas. Siempre alentando y motivando a las Águilas del América, pero también tomando en cuenta que se juega un clásico, que significa rivalidad deportiva en la cancha.
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